Casi
todas las personas adultas mayores son emocionalmente saludables, aunque en el
plano psicológico se pueden presentar ciertos cambios en la memoria, el
aprendizaje, la atención, la orientación y la agilidad mental. No obstante, la
educación, la cultura y la experiencia adquirida durante la vida constituyen una
buena base para reentrenar o reaprender las habilidades que van disminuyendo.
Así
también, la vejez puede ser una época de realización, de agradable
productividad y de la consolidación de habilidades y conocimientos. Sin
embargo, los recursos emocionales de esta etapa con frecuencia disminuyen
debido a muchas crisis y tensiones acumuladas, a las que las personas deben
enfrentarse y que pueden ser el detonador de algún problema de salud mental.
Algunos
de estos retos pueden ser:
· Vivir con
una enfermedad crónico-degenerativa que obliga a modificar su independencia y
formas de vida activa.
· La
pérdida de la pareja, de algún amigo o de algún miembro de la familia.
· Aislamiento
y soledad.
· Un escaso
ingreso económico.
· Modificación
del lugar que ocupaba en la familia como pareja, líder o proveedor.
· Las
enfermedades mentales o emocionales pueden manifestarse de muchas maneras, por
lo que en ocasiones es difícil reconocerlas. Se confunden con dolencias o
enfermedades físicas.
También
pueden ser negadas por la familia y los amigos, o mal interpretadas como una
parte normal del envejecimiento. A
continuación veremos las manifestaciones de los diferentes problemas de salud
mental que se pueden presentar en la persona adulta mayor.
El adulto
mayor enfrenta la realidad del envejecimiento en medio de una sociedad que
practica la marginación social de los adultos mayores, sintiéndose así mismo
como alguien que ya no cuenta mucho para los demás, aún en la familia, ya no se
diga en la sociedad. Por lo tanto sufren la experiencia de vivir su autoestima
en decadencia, que los lleva inclusive a la depresión.
En
ocasiones, el adulto mayor se encuentra sin las herramientas que le permiten su
adaptación, tales como la motivación o refuerzos sociales. Al carecer de estas
herramientas es difícil que se adapte a nuevos hábitos y circunstancias de
vida, además de que siente que la sociedad no lo valora en la forma en que el adulto mayor
considera que sería lo justo.
Por otra
parte, encontramos que existen adultos mayores que son más intelectuales o
permanecen mentalmente activos, los cuales son capaces de enfrentar su vejez
con mayor serenidad que aquellos cuya vida carece de sentido. Es de ellos de
quien se debe aprender.